viernes, 9 de octubre de 2009

5) Enojo.

30 de Septiembre de 2009, Madrid El enojo, Elías de la Biblia, ganas de morir.

Anoche actuaba mi hermano con su grupo musical e invité a muchos amigos a venir. De mis amigos nadie vino a pesar de insistir. Me sentí molesto en especial porque 2 días antes un buen amigo me habló muy enojado (a mi entender) y me había dicho muy seriamente que yo debía de cambiar muchas cosas en mi vida (las cuales yo creía que no eran problema y me sentí enormemente herido). Lo que me molestó fue la ira con que me lo decía. Pienso que podría ser el mayor dolor que yo había sentido en mi vida, o eso recuerdo. Con estos sentimientos, durante la actuación empecé a pensar negativamente e imaginé que si hiciera mi boda tal vez no vendría nadie. Empecé a imaginar lo peor de lo peor por unos momentos. Hasta creo que por primera vez en mi vida venían a mi pensamiento de deseo de morir. Aunque al momento me di cuenta que no debía dejar llevar mi mente en ese pensamiento. Y dicho pensamiento algo me asustaba.

Al día siguiente el primer parágrafo que leí de una revista cristiana de mensajes diarios tenía escrito: “Las grandes figuras de la Biblia experimentaron tanto la emoción de la victoria como el dolor de la derrota; algunos, como Elías, hasta desearon morir,” En ese momento me tranquilicé totalmente por lo que pensé anoche del morir, pues sabía que Elías finalmente tubo una vida en esta Tierra muy bendecida.

Al mediodía hablé con el mismo amigo que se airó conmigo sobre el tema de la ira o enojo. Nunca yo había hablado tanto o tan profundamente sobre este tema. Y esta misma tarde, en la iglesia, la pastora me dio una Biblia por si quería leerla. En ese momento pensé que creo que era la primera vez que ella me daba una Biblia en la mano. Un poquito me sorprendió. Y con esta sorpresa abrí la Biblia pensando en que algo especial había en esos momentos con la palabra de Dios. La abrí casualmente por Isaías 12:1 y leí: “…te doy gracias Señor, porque aunque estuviste enojado conmigo, tu ira ya pasó y me has devuelto la paz.”. Esto me confortó y alegró mucho.

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Conclusión: El Señor está muy cerca siempre de nosotros y también de forma muy especial cuando nos sentimos dolidos. Y no nos hace sufrir o no nos pone pruebas más allá de lo que podemos soportar, y es para nuestro bien, y nos da una salida perfecta a cada uno a su manera y en el momento oportuno. También de conclusión es que en la Biblia tenemos las respuestas a nuestras preguntas, como unas bellas cartas de amor.

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