lunes, 3 de octubre de 2011

57) Una tarde en los toros

1 de Octubre del 2011, Madrid.
1) Un amigo quería ser torero. Incluso le regalaron varios capotes para torear. Él, de nombre José Álvarez, esta tarde me invitó a ir a la Plaza de toros de Madrid. Yo llevaba varios años sin pisar esa plaza, y como sólo 5 veces en mi vida yo había ido a ver corridas, mientras que José, había ido, desde niño, muchas veces. Su lenguaje era tan torero, que yo tenía que preguntarle muchas veces qué significaba lo que decía.
Mi plan para ese día había sido ir a surfear a la playa, pero las circunstancias me llevaron a los toros, en una tarde caliente de sol.
No sabía yo si quedarían entradas para la corrida, pues había mucha gente alrededor de la Plaza de toros. Teníamos sólo unas monedas en nuestros bolsillos, pero, eso bastó para recibir las entradas. Nos la dieron como a la tercera parte de su precio.
Dije a José, que nuestros asientos, a ese precio, estarían muy lejos de la arena del ruedo. Pero me fijé, y estábamos casualmente a la misma altura que el palco Real, el cual sólo la Familia del Rey puede usar. Con lo cual, nuestros sitios eran buenos.
Y casualmente, esa tarde, alguien ocupaba ese palco: la Infanta Helena, con sus dos hijos, los infantes, nietos del Rey. Ellos estaban allí, en su palco, a nuestra altura. Dije sonriente a José, que era bueno que estuviéramos a la “altura” de la Nobleza Real.
Nuestros asientos estaban en la zona de Sol y Sombra. A medida que nos acercábamos, oí que un hombre decía, algo como que, los asientos estaban, tan calientes, que se quemaba “cierta” parte del cuerpo. Pero justo nuestros asientos, tenían la zona de sentarse a la sombra, miestras que la zona de los pies al sol.
2) Nos sentamos. Empezó la corrida. Era un mano a mano entre dos toreros. Muy arriesgado, pues se desafiaban el uno al otro para cada vez arrimarse más al toro. Ambos habían sido los triunfadores de la anterior Feria de Madrid.
Como el sol me daba a los pies, con mis zapatos negros, me los quité. Era la primera vez que hago eso en los toros. Y al momento, casualmente, algo que nunca antes vi: al torero se le cayó uno de sus zapatos, pues el toro lo tiró al suelo. El torero, al momento se quitó el otro zapato y toreó descalzo. Algo que ni imaginaba que pudiera ocurrir.
Como el torero se acercó tanto al toro, este le cogió y lo tiró al suelo varias veces. Incluso una vez fue tan violenta la cogida que me pareció que moriría el torero, que al instante, comencé sin darme cuenta casi, a hacer una oración cristiana. El torero se levantó con la ropa desgarrada por el cuerno pero no se le veía herido. José me dijo que creía que el orar evitó algo peor.
Mi amigo me dijo, que no recordaba en su vida, una corrida de toros con tantas cogidas.
Según tengo entendido, el toro, en la plaza, quiere matar al torero. El toro tiene su mente al 100% en ese asunto, está caliente de correr para matar, y por tanto, aunque parezca lo contrario, el toro en esas circunstancias tan excepcionales no es consciente del sufrir.
3) A veces digo, que si hubiera sido yo animal no humano, me gustaría haber sido toro de Lidia. Pues durante años le dan una vida fabulosa, con las vacas “mas guapas” y la mejor comida (y al final se te da la oportunidad de cornear a un torero y matarlo).
Pregunté a José que: ¿Cuándo y dónde se vende el toro como alimento tras la corrida? Y me respondió que: casualmente: ayer, en su casa, le regalaron “cierta” parte del toro.
Esa “cierta” parte era, precisamente, la misma “cierta” parte, que aquel hombre del asiento caliente dijo. Parte, por cierto, que para algunos representa, la Valentía y Bravura.
4) Al terminar la corrida, la hija del Rey, la Infanta Helena, y sus dos hijos a sus manos, bajaron las escaleras. Y al llegar ellos al hall, allí estaba yo esperando, como el primero entre la gente, frente a ellos tres. Con mucho respeto y alegría me quité la gorra ante la Infanta. Ella, de forma maravillosamente elegante dijo a toda la gente, y a mi, “Buenas Noches”. Me gustó enormemente la Serenidad, Seguridad, y Paz, de las miradas de la familia Real. Pienso que no he visto miradas con tanta profundidad Serena en otras personas. Estaban llenas de algo hermosísimo realmente Real. Por algo se llama Familia Real, y por algo hasta la Biblia pide de orar por el Rey. Entonces, si millones de personas han orado por él, y durante dos mil años, se ha orado por sus antecesores o familias, tiene que producir algo Grande y Bueno
----Conclusión. Es interesante la coincidencia que se aprecia entre la Serenidad de la Realeza
y la Valentía del torero. Y los cristianos, al ser Hijos del Rey de Reyes, también están a la Altura debida, viviendo la Verdad: lo Real. Y… ¡Viva la Fiesta nacional!
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Petición: Que ante las críticas que nos hagan algunas personas, mantengamos la Paz, el Gozo: la Serenidad.