miércoles, 26 de septiembre de 2012

61) Dando clase a alumnos.

25 septiembre 2012. Ambato, Ecuador.
Era mi primer día de clase, en un nuevo semestre, como profesor de Arquitectura, en la Universidad Indoamérica. La clase era de dibujo de perspectivas dirigidas a investigar protección a catástrofes geológicas.
Al poco de comenzar la clase, les pregunté a los alumnos si podía orar con ellos para que vaya bien el aprendizaje. A todos les pareció bien. Y antes de orar pregunté a ellos cuántos eran cristianos, para saber cómo debería orar. De los 25 alumnos que eran, 23 dijeron ser cristianos (católico ó protestante), y 3 dijeron ser agnósticos. Incluso quien más me animó a orar era precisamente una estudiante agnóstica.
Al instante de terminar de orar sentí quitarme un peso de encima.
Al momento hice que se presentara cada alumno, ante los demás, y que cada uno dijera el nombre de un animal que les gustara y que lo relacionara con la arquitectura.
Así lo hicieron. Fueron 25 diferentes animales mencionados relacionados bien con aspectos arquitectónicos.
Lo curioso, es que de los 25 sólo a uno, Iván, que decía ser agnóstico, cuando él iba a decir el nombre del animal, le dije que esperara un momento antes decir el animal. Le dije a Iván que escribiera en su mano el nombre del animal y que nadie ni yo lo viera. Así lo hizo. Nadie excepto él sabía de qué animal se trataba. Y sin yo saber cómo, dije entonces a los demás alumnos: "Esta persona, tiene en su cuerpo representado el animal que va a decir ahora, como un color de la camiseta que él lleva ahora". Yo estaba sorprendido por qué yo decía estas cosas, como si salieran sólas de mi boca, pues yo no sabía si él tenía o no representado en su cuerpo el animal.
Iván se asustó al oir eso. Pues el animal que escribió en su mano, un jaguar, lo tenía dibujado tatuado en su brazo. El tatuaje era de color obscuro, bajo la manga de su camiseta. Yo no había visto ese tatuaje antes.
Con esta coincidencia que asustó a Iván, él entonces consideró que tal vez ya no debía ser agnóstico si no creyente, y días después creyó.
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Conclusión: Parece ser que tras orar hay un conocimiento entre personas descubriéndose pensamientos que quieren ser expresados.
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Oración: que podamos conocer de los demás lo que sea correcto.
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