lunes, 7 de noviembre de 2011

58) Rescate de gente ahogándose

30 de Octubre del 2011, Campello, Alicante.


1. Tal vez esto pueda ser lo mejor que he hecho en mi vida. Y de las cosas con la que más feliz me he sentido.


Salía yo hoy de la iglesia, especialmente alegre, pues vi una coincidencia, pues estuve en ambas iglesias (evangélica y católica) y en ambas oí que hablaron de algo nuevo: de que no hay que besar la mano del sacerdote (que el mayor respeto es a Dios).


Y minutos después fui con unos amigos (Jhony de Ecuador, Jared de Wisconsin y otros) a hacer surf en fuertes olas de mar, de más de 1 metro, que había hoy en Campello.


2. Yo siempre me sitúo hacia la parte izquierda de la playa llamada: del monumento. Playa donde se reúnen más surfistas. Pero hoy algo distinto pasó, pues un grupo de 6 surfistas, en esa playa, me preguntaron si sabía de un lugar más fácil para surfear pues hoy las corrientes del agua eran especialmente fuertes. De hecho nunca antes vi unas corrientes tan fuertes, que me hacían como imposible desplazarme por el agua. Hasta el punto que cuando yo estaba después en el agua grité, con fuerzas casi enfadado, por la dificultad de desplazarme por dichas corrientes. Grité en parte como para que me oyera el mismo Dios.


Y minutos después, sentí como algo ó una voz que me impulsaba a ir hacia la derecha de la playa, hacia donde estaba Jared surfeando, donde no recuerdo meterme antes, y de donde esos 6 surfistas venían diciendo que ahí era tan difícil. Durante todas las horas de ayer y hoy que Jared estaba surfeando yo no me dirigí hacia él. Pero en esta ocasión algo me impulsaba a ir con mi tabla hacia él.


Me sorprendí que yo sentía bastante fuerza, tal vez por aquel grito, y pude avanzar entre las olas y la corriente. Cuando estaba a mitad de camino entre la orilla y mi amigo Jared descubrí a dos hombres en el agua, pidiendo auxilio. No eran surfistas, eran bañistas, y por tanto no tenían tablas para flotar. Se estaban ahogando. Decían en inglés constantemente y lentamente, ¡help! ¡help!...(eran turistas británicos).


3. Las corrientes no les dejaban regresar a la orilla. Y a causa de las olas no se les veía desde la orilla. Ellos estaban tremendamente fatigados. Uno de ellos, de unos 60 años, con una cara de absoluta desesperación y tristeza me pidió que le ayudara con mi tabla de surf. Me acerqué difícilmente hacia él y él se apoyó en mi tabla. Entonces me fijé que a unos 10 metros, el otro hombre, de unos 40 años, también pedía ayuda, con una expresión que no se cómo describir (tal vez, podría recordarme a la pintura del Guernica del hombre que está muriendo en el fuego). Yo no podía ayudar a los dos a la vez, entonces grité con todas mis fuerzas a Jared para venir a ayudar.


Jared me escuchó, se acercó, ayudó a pasar a este hombre más mayor a su tabla, y se lo llevó hacia la orilla a salvo. Jared pensó que sólo había un hombre, pues no vió a causa de las olas al segundo hombre. Por tanto, Jared después de dejarlo en la orilla se fue a continuar a hacer surfing.


4. Por entonces yo estaba luchando entre las olas para acercarme al hombre más joven. Pues era difícil avanzar por las fuertes corrientes de agua. Cuando estaba junto a él, este se apoyó sobre mi tabla. Pero casi no tenía él fuerzas para sujetarse a la tabla. Con lo cual era más difícil avanzar entre las olas intentando mantener al hombre para que no cayera de la tabla. Recuerdo que olas nos cubrían constantemente. Tengo en el recuerdo: silencio. Sólo sentía el agua moviéndose, solo veía el agua entre las olas, no veía la orilla. Intentaba avanzar dando pedaladas con los pies empujando con mis brazos la tabla con ese hombre. Recuerdo tragar agua, pero curiosamente, no me molestó, ni siquiera me sabía salada, hasta me pareció gozoso, pues yo entendía que no importaba tragar agua, pues lo único importante era salvar a ese hombre.


Las corrientes nos querían alejar de la playa pero seguí insistiendo y minutos después pude ver la orilla. Entonces yo ya estaba más agotado y ya no me sentía con fuerzas a avanzar, pero casualmente, Jhony, estaba en la playa frente a mi. Le vi y le grité para que se acercara a ayudar. Al instante, él entró en el mar y ayudó a rescatar a este hombre. Ambos hombres, en su gran cansancio, y ya a salvos en la arena, quedaron sentados en la arena unos minutos con las cabezas hacia el suelo. Entonces ya elevaron sus rostros y nos hicieron un débil y sencillo gesto de agradecimiento. Sólo les dije: ¡God Bless you!. (Dios os Bendiga). Mientras una mujer les atendía. Y nos fuimos.


5. Al día siguiente sentí una alegría muy bella, que creo no recordar haber tenido antes, gracias a la oportunidad que Dios me dio de poder ayudar a otros.


----Conclusión: En nuestra desesperación y soledad, hay alguien allá Arriba que nos rescata en su momento, a veces, por medio de otros. Y cuando nos dirigimos hacia un destino por Fe, es en el camino donde también hay oportunidad de disfrutar de ayudar a salvar a otros.


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Petición: Que podamos ser de ayuda a los demás en Paz y Alegría.

lunes, 3 de octubre de 2011

57) Una tarde en los toros

1 de Octubre del 2011, Madrid.
1) Un amigo quería ser torero. Incluso le regalaron varios capotes para torear. Él, de nombre José Álvarez, esta tarde me invitó a ir a la Plaza de toros de Madrid. Yo llevaba varios años sin pisar esa plaza, y como sólo 5 veces en mi vida yo había ido a ver corridas, mientras que José, había ido, desde niño, muchas veces. Su lenguaje era tan torero, que yo tenía que preguntarle muchas veces qué significaba lo que decía.
Mi plan para ese día había sido ir a surfear a la playa, pero las circunstancias me llevaron a los toros, en una tarde caliente de sol.
No sabía yo si quedarían entradas para la corrida, pues había mucha gente alrededor de la Plaza de toros. Teníamos sólo unas monedas en nuestros bolsillos, pero, eso bastó para recibir las entradas. Nos la dieron como a la tercera parte de su precio.
Dije a José, que nuestros asientos, a ese precio, estarían muy lejos de la arena del ruedo. Pero me fijé, y estábamos casualmente a la misma altura que el palco Real, el cual sólo la Familia del Rey puede usar. Con lo cual, nuestros sitios eran buenos.
Y casualmente, esa tarde, alguien ocupaba ese palco: la Infanta Helena, con sus dos hijos, los infantes, nietos del Rey. Ellos estaban allí, en su palco, a nuestra altura. Dije sonriente a José, que era bueno que estuviéramos a la “altura” de la Nobleza Real.
Nuestros asientos estaban en la zona de Sol y Sombra. A medida que nos acercábamos, oí que un hombre decía, algo como que, los asientos estaban, tan calientes, que se quemaba “cierta” parte del cuerpo. Pero justo nuestros asientos, tenían la zona de sentarse a la sombra, miestras que la zona de los pies al sol.
2) Nos sentamos. Empezó la corrida. Era un mano a mano entre dos toreros. Muy arriesgado, pues se desafiaban el uno al otro para cada vez arrimarse más al toro. Ambos habían sido los triunfadores de la anterior Feria de Madrid.
Como el sol me daba a los pies, con mis zapatos negros, me los quité. Era la primera vez que hago eso en los toros. Y al momento, casualmente, algo que nunca antes vi: al torero se le cayó uno de sus zapatos, pues el toro lo tiró al suelo. El torero, al momento se quitó el otro zapato y toreó descalzo. Algo que ni imaginaba que pudiera ocurrir.
Como el torero se acercó tanto al toro, este le cogió y lo tiró al suelo varias veces. Incluso una vez fue tan violenta la cogida que me pareció que moriría el torero, que al instante, comencé sin darme cuenta casi, a hacer una oración cristiana. El torero se levantó con la ropa desgarrada por el cuerno pero no se le veía herido. José me dijo que creía que el orar evitó algo peor.
Mi amigo me dijo, que no recordaba en su vida, una corrida de toros con tantas cogidas.
Según tengo entendido, el toro, en la plaza, quiere matar al torero. El toro tiene su mente al 100% en ese asunto, está caliente de correr para matar, y por tanto, aunque parezca lo contrario, el toro en esas circunstancias tan excepcionales no es consciente del sufrir.
3) A veces digo, que si hubiera sido yo animal no humano, me gustaría haber sido toro de Lidia. Pues durante años le dan una vida fabulosa, con las vacas “mas guapas” y la mejor comida (y al final se te da la oportunidad de cornear a un torero y matarlo).
Pregunté a José que: ¿Cuándo y dónde se vende el toro como alimento tras la corrida? Y me respondió que: casualmente: ayer, en su casa, le regalaron “cierta” parte del toro.
Esa “cierta” parte era, precisamente, la misma “cierta” parte, que aquel hombre del asiento caliente dijo. Parte, por cierto, que para algunos representa, la Valentía y Bravura.
4) Al terminar la corrida, la hija del Rey, la Infanta Helena, y sus dos hijos a sus manos, bajaron las escaleras. Y al llegar ellos al hall, allí estaba yo esperando, como el primero entre la gente, frente a ellos tres. Con mucho respeto y alegría me quité la gorra ante la Infanta. Ella, de forma maravillosamente elegante dijo a toda la gente, y a mi, “Buenas Noches”. Me gustó enormemente la Serenidad, Seguridad, y Paz, de las miradas de la familia Real. Pienso que no he visto miradas con tanta profundidad Serena en otras personas. Estaban llenas de algo hermosísimo realmente Real. Por algo se llama Familia Real, y por algo hasta la Biblia pide de orar por el Rey. Entonces, si millones de personas han orado por él, y durante dos mil años, se ha orado por sus antecesores o familias, tiene que producir algo Grande y Bueno
----Conclusión. Es interesante la coincidencia que se aprecia entre la Serenidad de la Realeza
y la Valentía del torero. Y los cristianos, al ser Hijos del Rey de Reyes, también están a la Altura debida, viviendo la Verdad: lo Real. Y… ¡Viva la Fiesta nacional!
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Petición: Que ante las críticas que nos hagan algunas personas, mantengamos la Paz, el Gozo: la Serenidad.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

56) Una voz en un concurso de dibujo




16 de Julio 2011, Noblejas (Toledo).
1. Una mañana, estando yo en el Ayuntamiento del pueblo, vi en la pared un papel que tenía escrito: “él próximo sábado concurso de pintura rápida”. Pensé que necesitaba el dinero de cualquiera de los premios de ese concurso. Me decidí presentarme a ese concurso la misma mañana del sábado. Pedían una dimensión mínima determinada para el dibujo. Yo necesitaba un soporte para apoyar el papel. Encontré al momento, de casualidad, una carpeta que me regalaron, que tenía justo esas medidas y me servía de soporte y era fácil de llevar.
Al momento de inscribirme, que era minutos antes de empezar a dibujar, la persona que hacía la inscripción me preguntó que a cual parte del concurso me quería presentar: a la del premio mayor o a la del premio pequeño. Yo iba a decir el del premio mayor, pero esa persona me recomendó que me inscribiera al pequeño. Al instante, un mal orgullo en mi, quería despreciar lo que dijo esa persona, pues me pareció que no me valoró. Pero algo con Paz me dijo, que le hiciera caso. Le hice caso, y me presenté al concurso pequeño.
2. Al momento salí caminando por el pueblo para ver qué vista dibujar. Caminaba y caminaba y no me decidía por qué cosa dibujar. El tiempo pasaba, y sentía que no me daba tiempo a dibujar algo adecuado para el concurso. Pero algo con Paz me decía que no me preocupara y que fuera a casa. "¿A casa? pensé. Entonces, si voy a casa, cómo voy a dibujar una vista del pueblo". El caso es que fui a casa. Allí encontré a amigos y les dije que no sabía qué dibujar. Una amiga, Cherrelle, oró para que supiera qué dibujar. Y al momento salí al patio de mi casa, y me di cuenta que desde el patio se veía una interesante vista de la torre de la iglesia del pueblo y una torrecilla de mi casa. Algo con Paz me decía que dibujara lo que veía frente a mi: Así lo hice.
Comencé a dibujar, simplemente con un lápiz. La torre y la torrecilla las dibujé destacando la cruz que tienen en lo alto. Y también dibujé los pájaros que sobrevolaban el pueblo. Estos los dibujé como atravesando desde la cruz de la torre a la cruz de la torrecilla. Me pareció ser un cuadro con Voz que dice algo como: El camino para poder volar libres es guíandose en la cruz.
3. Disfruté dibujando. Yo quería aprovechar todo el tiempo que me quedaba en el concurso para dibujar lo máximo posible para asegurar mas que me dieran un premio. Pero algo con Paz me decía que no me agobiara, que no tenía que usar todo el tiempo del concurso y que podía entregar ya el dibujo al concurso aunque sobrara tiempo. Así lo hice. Cuando entregué el dibujo en el Ayuntamiento y vi los demás dibujos me desanimé, pues los demás dibujos eran muy grandes, bonitos, realizados con muchos bellos colores y, al parecer, dibujado por artistas, y alguno famoso.
Dejé mi dibujo apoyado en el suelo, mientras que los demás dibujos estaban apoyados en sus caballetes. Daba por seguro que no obtendría ningún premio, y me fui a casa.
4. Como una hora despues, tras la comida, los amigos que estaban en mi casa decidieron ir al río de paseo, hasta la noche. Pero algo con Paz me decía que me quedara en casa descansando, así lo hice. Se fueron todos al río excepto Josines, que se quedó conmigo. Como dos horas después, Josines me dijo si salíamos a comprar algún refresco. Le acompañé, y ya que pasábamos cerca del Ayuntamiento, le dije que si él quería, podíamos pasar a ver los dibujos premiados del concurso. Pues el jurado decidía esa tarde.
Cuando llegamos a donde estaban los dibujos, ya habían elegido los premiados. Los habían colgado en las paredes de la sala de exposición. Yo ni siquiera veía donde estaba mi dibujo, hasta que miré al suelo. Me pareció como si les hubiera desagradado tanto el dibujo que lo escondían.
Como si fuera basura tirada al suelo. Me sentí bastante despreciado y humillado.
Todos los cuadros, excepto el mio, estaban expuestos de forma vistosa. Todos esos cuadros me parecieron muy bonitos y coloridos. El mío, sin embargo, era el más pequeño, sin colores, y en un papel que se doblaba, pues estaba apoyado en una carpeta no muy rígida.
Entonces, decidí llevarme mi dibujo a casa antes de que lo tiraran a la basura.
5. Pero, cuando me lo estaba llevando, oí que alguien dijo que ese cuadro tenía premio. No lo creí, pensé que se burlaban de mi, y seguí llevándomelo, pero como insistieron, al final lo pregunté al que me inscribió y me aseguró que era cierto, que no les quedó espacio en las paredes, y que lo iban a colgar después. y me dio un cheque con el premio. Y me dijo que si hubiera llegado cinco minutos mas tarde, hubiera perdido el premio (pues según el concurso, si no se presentaba un ganador no se le daba el premio).
6. Me alegré enormemente. Y Josines se alegró igual de mi alegría, y me dijo que si hubiéramos seguido a los demás al río, no nos hubiéramos enterado del premio.
7. Me dí cuenta después, que gracias a haber obedecido lo que la voz con Paz decía, pude recibir el premio. Esa voz, pienso que es: o de la conciencia, o del incosnciente, pero en todo caso, espero que esté inspirada por el Espíritu del Eterno.

---Conclusión: Cuando nos sentimos despreciados, tal vez ocurre lo contrario: que nos están valorando.
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Petición: Dios Eterno, que cuando nos valoren no lo confundamos con desprecio.

lunes, 19 de septiembre de 2011

55) En el autobús alguien se siente enfermo.

14 Julio 2011, Marruecos.
Viajaba yo con un amigo, Ariel, unos días por el norte de Marruecos, y nos desplazábamos en un autobús local, el cual era un tanto antiguo, y lleno de gente, y estaba yo en el pasillo. Entonces, un pasajero junto a mi, quien era de esas tierras, se sentía mal. Este, inquieto, pidió, al trabajador del autobús, una bolsa para vomitar. Escuché lo que pidió, y al momento algo me impulsó a decir a ese pasajero, que no pidiera esa bolsa pues no la necesitaba, pues Dios le iba a sanar, en el nombre de Jesús. Al instante mis manos, de forma espontánea, tocaron suavemente sobre la cabeza de ese hombre para bendecirle y calmarle. Él, entonces, no pidió la bolsa, y tampoco vomitó. Momentos después, dicho hombre, sonriendo me dijo que realmente se había curado, y me pidió entonces que orara por su trabajo. Ya hizo todo el viaje bien y tuvimos amena conversación.
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Conclusión: a veces impulsos nos pueden mover a querer que otros se sanen, produciendo un deseo del bien del otro, que unido a una Fe en el Ser más Superior, quien puede hacerlo, produce resultados de sanidad, en algunos casos, inmediatos.
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Petición: Ser Infinito, que crezca en nosotros, el deseo del bien en los demás.

lunes, 30 de mayo de 2011

54) Un día en las carreras.

31 de diciembre del 2010, Madrid.
1. El último día de cada año se realiza la popular carrera de San Silvestre, vallecana, de 10 km en Madrid. Es una carrera más bien relajada y algo divertida a veces. Con ritmos musicales a gran volumen en la zona más difícil.
Rubén corría en esa carrera. Le dije que le quería acompañar los últimos 4 kilómetros. (A pesar que en mis últimos 20 años yo no había corrido en serio ni 1 kilómetro seguido). Continué diciéndole que le encontraría (de casualidad) entre los corredores. Él me respondió: " Eso es imposible!" pues participan decenas de miles de corredores, y yo le contesté al momento "voy a orar y que sea lo que Dios quiera", pero él seguía pensando (según me contó después): "Es que es imposible".
También le pregunté en esa conversación, de qué color iba a ir él vestido en la carrera para poder encontrarle más fácil. Me dijo que de azul, y naturalmente no me dijo que todos iban del mismo color, pues se suponía que yo debía saberlo. Pero el caso es que yo no sabía que los corredores fueran de azul. Con esta perdonable ó inocente ó graciosa ignorancia mía, pedí a Dios, que pudiera encontrarme con Rubén en la carrera.
2. Me acerqué a ver la carrera pensando que simplemente yo debía distinguir un color azul entre multitud de colores. Pensé que eso sería fácil. Me hice paso entre el público (sin empujar) y me puse en primera fila. Entonces miré a los corredores. ¡Oh, no, todos van de azul! pensé. Miles y miles de personas corriendo con el mismo color de camiseta. Me quedé con los ojos abiertos como platos y hasta me pareció gracioso. Me pareció una broma simpática de la Vida, o una escena de una película de humor.
3. ¿Cómo voy a saber dónde está Rubén, así, si todos visten igual? pensé.
Entonces entendí cuando Rubén me dijo que era imposible encontrarle.
Inocentemente ó cabezota yo, no me rendí, en la búsqueda y pedí ayuda a las más Altas Esferas. Oré al Dueño del Cielo que me hiciera distinguir a Rubén entre tanta cosa azul dando saltitos.
4. Parece ser que se me ayudó a superar “la prueba del color”, y como un minuto después distinguí la cabeza de Rubén entre la masa de corredores.
Me alegré realmente mucho de esa "casualidad". Pero en menos de un segundo le perdí de vista, pero la alegría seguía en mi alma, por al menos haberle descubierto.
5. La cuestión era ahora volver a localizarle. No lo conseguía visualmente. Debía meterme entre los corredores y acercarme a la zona donde él estaba, y desde allí buscarle mejor.
¿Cómo podría acercarme a él entre tantos corredores sin tropezar con ellos?. Creo que la Fuerza de esa Alegría que yo recibí al verle, me impulsó a correr por detrás del público siguiendo la carrera. Me sorprendió que yo pudiera correr más rápido que la masa de corredores, supuse que era porque ellos estaban ya algo cansados de varios kilómetros de carrera.
Entonces cuando creí que yo estaría por delante de Rubén me metí a la carrera de golpe. Esto fue algo difícil. Era como nadar contra una enorme corriente.
Pasé poco a poco entre los corredores buscando a Rubén. Todos corrían muy juntos y todos se veían muy iguales. Especialmente era complejo correr frenando y mirando hacia atrás habiendo miles corriendo hacia adelante. Aunque complejo, parecía de algún modo divertido, a pesar que recibí bastantes codazos no dolorosos. Tuve que tener mucha precaución para no pisar los pies de los demás para evitar tropiezos y que cientos de personas cayeran al suelo. Afortunadamente no cayó nadie al suelo, y he aprendido a no volver a entrar así en una carrera.
6. Al fin volví a ver a Rubén corriendo a varios metros de mi al otro lado de la pista, y de forma lateral y frenando y esquivando a muchos corredores me pude acercar a él. Cuando él me vio junto a él corriendo se quedó perplejo. Corrí al fin con él. No podía yo creerlo. Incluso, pude llegar, para mi sorpresa, hasta el final de la carrera.
7. Justo al terminar la carrera sentía algo de dolor de flato (gases en el intestino por el esfuerzo), que según tengo entendido, es algo normal cuando se corre sin haberse preparado, pero en general no es grave. Entonces, pregunté en ese momento por curiosidad a un vigilante de la carrera, sólo por charlar, si ese dolor era normal. Al instante él me mandó ir a la Carpa de cuidados médicos, que estaba allí cerca. Allí, vi bastantes corredores agotados tumbados en camillas, parecían heridos de guerra. Los enfermeros me dieron de beber, y me dijeron que esperara que me harían unas pruebas de electrocardiograma. Cuando vi tantos cables que ponían a otros corredores agotados para esa prueba, creo que se me quitó el dolor al momento. Y ellos al saber que ya no me dolía me dejaron marchar.
Después de todo esto, conseguí mis primeras zapatillas de correr de verdad y corrí más feliz.
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Conclusión: Cuando ignoramos lo difícil que es una cosa, creyendo que es fácil, lo pedimos al Cielo con bastante Fe, y esa Fé es útil para después orar algo más difícil.
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Petición: Que no se nos reduzca la Fe cuando nos parezca difícil una situación.

domingo, 15 de mayo de 2011

53) Restaurante judío.

10 de Mayo, Nueva York.
Mi amigo David K, hace años me invitó a Hawai. Era el primero que me invitaba allá. No fui en esa ocasión. Pero hace unos días estuve por primera vez en Hawai (por razones de trabajo entre otras). Y de vuelta a Madrid, mi vuelo hacía este día escala unas horas en Nueva York. Y en esas horas fui a visitar la arquitectura en Manhatan.
El día anterior escribí en Facebook que yo iba a estar unas horas en Nueva York y que qué me sugerían.
Estando caminando en Manhatan sentí hambre y entré en un restaurante. Me sorprendió que me sentí como atraído a ese sitio. Me sorprendió más al estar dentro que la gente allí tenía puesto en la cabeza el gorrito de los judíos.
Era la primera vez en mi vida que recuerde, que yo entraba en un restaurante en que la gente vestía como los judíos.
No sabía que existiera eso (excepto en Jerusalem…).
En todas las horas que pasé en Nueva York no vi otro restaurante así.
Lo más sorprendente es que al llegar a Madrid, leí en Facebook que David me había sugerido que en Nueva York comiera en un restaurante judío. Y era la primera vez que alguien me sugería ir a un restaurante así.
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Conclusión: También los judíos como los cristianos como los demás son de inmenso valor.
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Petición: Que amemos a todos independientemente de su creencia.






viernes, 7 de enero de 2011

52) Bar Lateral: Alegría, acaloramiento y provocación.

5 de Enero del 2011, Madrid.
A mi amigo Zalan (húngaro alemán) le llamo, amigo lateral, pues abraza de forma lateral, y exageramos los abrazos laterales, de forma divertida.
Le invité este día a ir a un bar llamado “Lateral”, por llamarse así el bar, como yo llamo a veces a Zalan. Íbamos con su hermano, Adan, quien también abraza lateralmente.
Abrazar suena a abrasar, y sus significados tienen cierta relación: Abrazar es un gesto de amar, y abrasar puede ser metáfora de acalorar ó enfadar. Y de esto último trata esta historia:
Los 3 nos sentamos a una mesa: Zalan y yo nos sentamos de forma "lateral", hombro con hombro, y Adan en frente. Pues, así era la forma como estaba dispuesta la única mesa que quedaba libre.
Pedimos un poco de vino, que nos animó (sin llegar a emborracharnos). Y al momento surgió entre nosotros una frase: “El Creador del Universo es: ¡¡¡El Creador del Universo!!!. Al entender su significado, lo decíamos cada vez con pasión, y esto nos alegraba cada vez más.
Empecé entonces a jugar con la lámpara de aceite, encendida con fuego, que había en la mesa. Como era de esperar en mi, me quemé varias veces de tanto jugar con la lámpara. Pero nos reíamos con esto.
De tanto trastear con la lámpara, se apagó su fuego. Entonces, pedí a la pareja que estaba a nuestro lado si podíamos encender nuestra lámpara con el fuego de su lámpara. Nos lo permitieron. y pude encender la nuestra, pero, sin querer apagué su lámpara. Y para que ellos no perdieran ese fuego sobre la mesa, que era bonito, al momento les cambié nuestra lámpara, ahora encendida, por la suya, apagada.
Como ahora, por ese cambio, la lámpara sobre nuestra mesa estaba otra vez apagada, pensamos en otra manera de encenderla que no apagara el fuego de otra lámpara. ¡Se nos ocurrió una idea!: Enrollé una servilleta de papel, a modo de cigarro, y quemé su punta con la lámpara de la mesa de esa pareja, sin decirles nada. Pensé en ese momento, que esa pareja no se daría mucha cuenta de que yo metía la mano en su mesa para encender ese "cigarro" de papel, pues ellos parecían muy ocupados en su conversación. Pero dudo que esto fuera así, pues lo hacía delante de sus ojos, y la mesa era bastante pequeña. Tal vez el vinito me hacía creer que no se darían cuenta.
Al fin, pude encender así nuestra lámpara. Y al momento, el fuego de la servilleta, el cual iba aumentando, lo pudimos apagar tras varios intentos. La punta de esta servilleta quedó al rojo vivo echando humo.
Aproveché esto para jugar a hacer creer a los demás que fumaba. De modo que me puse la otra punta de la servilleta en la boca, como si fuera un cigarro. Lo hacía, como broma y para “provocar” a los demás en el bar ante la nueva Ley antitabaco, pues desde hacía sólo 4 días (desde el 1 de enero) estaba prohibido fumar en todos los bares de España.
Al momento después, los 2 de esa pareja, empezaron a discutir entre ellos con tono acalorado de gran enfado, en especial él contra ella. No gritaban, pero se les oían pues su mesa estaba solo a 50cm de la nuestra.
Él, muy enojado, decía a ella, que para qué llamaba a su madre, y otras cosas que no recuerdo. Se veía claramente que él quería provocar a enfado a ella por cualquier cosa que ella dijera. No recordaba en mi vida, en un bar, ver una discusión. Esta novedad me “encendió” la curiosidad de buscar significados….
Yo pensé que podría haber sido yo la "mecha para encender" ese acaloramiento de enfado. Quizá este hombre estaba enfadado conmigo por:
1) apagarle el fuego de su lámpara;
2) encender el papel con su fuego sin pedirle permiso;
3) hacer yo que fumaba, junto a él, estando prohibido fumar;
y él, no mostró su enfado sobre mi, y lo volcaría sobre esa mujer.
Ó tal vez, mi “emoción” de querer “provocar” a otros con el fuego del “cigarro”, aunque fuera jugando, podría haberse transmitido ó contagiado a ese hombre para que este provocara a la mujer.
(Lo siento en todo caso).
Yo quería poner paz en esa discusión, pero, no sabía qué decirles ó qué hacer.
Entonces, como yo oía que él seguía tan enfadado y acusador su tono de voz hacia esa mujer, decidimos los de mi mesa hacer algo, que tal vez podría ayudar a ellos: Decidimos pedir a Dios, en voz baja, para que hubiera paz entre esos 2.
Oramos un momento, aunque tal vez no oré yo muy consciente de que orábamos al mismísimo ¡¡¡Creador del Universo!!!
Lo que vi después es que la pareja siguió por unos 5 minutos acusándose entre ellos, y parecía que cada vez el enojo era mayor. De pronto, se levantaron bruscamente de la mesa. Por un instante, como si el tiempo se detuviera unos pocos segundos, la mirada de él se cruzó con mi mirada y nos quedamos inmóviles mirándonos en la profundidad de los ojos, comunicando lo que estaba ocurriendo. Él me pareció que tenía muy levemente su cabeza hacia abajo, como herido ó avergonzado. Nos miramos, a mi entender, comunicándonos que esa discusión no estaba bien; Incluso, me daba la sensación, que con su mirada él estaba como diciéndome que yo tenía que ver con esa discusión y a la vez pidiéndome alguna ayuda. Quisiera yo creer que la ayuda que me pediría fuera simplemente que yo creyera de verdad en la oración que Zalan, Adan y yo acabábamos de orar, para que fundionara. Ó tal vez que bastaba con que yo le pidiera perdón.
El caso es que con mi mirada a él le quise transmitir, que yo le apoyaba a que todo cambiara a bien.
Al instante él se calmó. Salió en silencio con la mujer, y quiero creer, ó me pareció, que hicieron entre ellos al momento las paces.
Poco después fui a lavarme las manos en el aseo, y al tocar yo el agua del grifo, grité, pues me quemé con el agua de tan caliente que estaba. Era el agua más caliente que recordaba haber sentido en mi vida en un lugar público. Esta otra novedad, me hizo relacionarlo con aquel fuego, y el acaloramiento de esa discusión. ¿QUÉ PODÍA APRENDER DE ESTO?
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Conclusión: Parece ser que hemos sido creados con capacidad de contagiar o transmitir nuestras emociones a otros. Tantas veces creemos que la culpa es de los demás y puede ser que seamos nosotros los que ponemos la leña al fuego. A veces, lo que ocurre no es simple casualidad si no causalidad. Provocamos a otros a enfadarse, a veces sin querer. Pero puede bastar, una oración a Dios, ó una mirada de perdón, de apoyo, para apagar fuegos de acaloramiento.
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Oración: Creador del Universo, Tú que has creado el fuego y el agua, y nuestras emociones: te pedimos que nuestras emociones no contagien a mal a otros, si no a bien. Que miremos a otros para ayudarles. Que sepamos que Tú, no eres poca cosa: eres ¡ni más ni menos! Que ¡¡¡el Creador del universo!!!.