miércoles, 19 de diciembre de 2012

66) En la noche en volcán activo.

18 de diciembre del 2012, Bilbao, Ecuador.                    

                Me enteré esta mañana que el volcán Tungurahua, a solo unos 30 km de donde yo resido estos días, está bastante activo echando piedras al aire y flujos piroclásticos. Me interesaba acercarme al volcán debido a mi investigación sobre protección a volcanes.

                Por la tarde decidí que debería ir a acercarme al volcán y dormir allí. 5 personas más decidieron acompañarme.

Me parecía como muy difícil el organizar el viaje tan de repente y a una zona peligrosa y por la noche y dirigiendo a varias personas. Casi me parecía que no tenía fuerzas, o me daba como temor intentarlo. No sabía bien cómo llegar allá. Deberíamos tomar varios buses. Y a algunos sitios donde quería ir no habría medio de locomoción para llegar. Y llegaríamos de noche en un lugar obscuro con el peligro del volcán. Y deberíamos volver pronto por la mañana. Lo que quizá más me animaba era que se trataba de la investigación de la Universidad para intentar ayudar a otras personas en caso de actividad del volcán. Es decir, la posibilidad de que este viaje sirviera para ayudar o salvar vidas me animaba.

Me agarré a esta idea para organizar y movilizarme para el viaje al volcán.

Entonces, pedí oración a Silvi de Ecuador y ella oró para que nos acercáramos al volcán sin que pasara nada, y que estuviere el viaje bendecido.

               

En nuestro despacho de investigación había en esas horas un estudiante que era la primera vez que le veía en el despacho. Él esperaba a otra persona. Era extraño que él estuviera allí tanto tiempo. Él, al saber de nuestro interés de ir al volcán, nos ofreció llevarnos y traernos en su coche pues él vivía por esa zona. Y así fue, y nos llevó a todos los sitios que quisimos. Es decir, el problema del transporte se solucionó maravillosamente al momento.

Incluso estando activo el volcán por la noche nos llevó con el coche hacia la zona alta del camino al cráter.

Era muy emocionante oír los rugidos continuos y fuertes del volcán tan cerca de nosotros.

Dormimos junto al volcán. Los sonidos eran espectaculares. Como enormes relámpagos junto a nosotros. Sonaba el volcán de forma continua durante todas las horas que estábamos allí. Se oía a veces como la roca de la montaña se rompiera por explosiones y saliera volando. Los sonidos se hacían a la vez, terribles y agradables, como si tuviéramos una protección maravillosa.
Resultó Maravilloso. Una de las más hermosas experiencias de mi vida.

Conclusión: Aunque tengamos tentación de temor, y no nos atrevemos a hacer algo, y sabemos que puede servir para el bien para otros,  si oramos, recibimos ánimos, fuerzas y apoyo.  

 

Petición: Que cuando tengamos como temor de hacer algo aún sabiendo que puede ser bueno para los demás, que tengamos ánimo de orar o de pedir que otros oren por ello.

65) Parar pelea.


10 de diciembre del 2012, Ambato, Ecuador.                    

                A mi amigo k. durante días atrás le hablaba o enseñaba de que no debe pelear con la gente, pero hoy se peleó con puñetazos en la calle con otra persona. La policía para parar la pelea les echaron gases. Entonces se separaron, y durante una hora estuvo mi amigo afectado en la respiración por dichos gases.

Minutos después acompañaba a mi amigo a pié por las calles, y este comenzó de pronto a correr a buscar con quien peleó para seguir la pelea. Le seguí corriendo, con otros amigos. Él corría más que yo, de modo que le perdí de vista. Pero minutos después le vi en una plaza oscura y estaba de nuevo peleando a puñetazos con la misma persona de antes. Al instante me empecé a enfurecer y corriendo hacia ellos, comencé a decir unas palabras que yo no entendía, pero que me daban seguridad de poder proteger a mi amigo. Algunos dicen que era el Espíritu Santo el que actuó en mi. A medida que me acercaba a ellos corriendo gritaba cada vez más fuerte las extrañas palabras y que aunque no entendía, sabía que me ayudaba a poder enfrentar la situación.  Al llegar junto a los que peleaban, la fuerza de mi voz, con esas ininteligibles palabras era creo todo lo fuerte que yo podía gritar. Al instante ellos se quedaron inmóviles. Como piedras o estatuas con los brazos en posición de pelea entre ellos. Casi en el recuerdo me parece que el que pegaba a mi amigo se quedó inmóvil como separado del suelo unos centímetros, como estático en el aire volando, como si se hubiere parado las imágenes de una película. Vi que mi amigo tenía sangre en la boca. 
Entonces callé la voz y con tranquilidad, hice señas a mi amigo para que se alejara de allí y así lo hizo y me acompañó fuera del lugar caminando. 
Me dijo después, que cuando me oyó gritar (u orar) en ese extraño idioma, le sonaba como hebreo, y que él entendía que significaba que dejara de pelear. Además en ese instante se le quitó todas ganas de pelea.

Conclusión:  Cuando enseñamos a otros un buen comportamiento, parece ser que una Fuerza Enorme nos ayuda a poder ser cumplido dicho buen comportamiento.

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Petición: Que las palabras de bien que a otros decimos, sean una realidad también, en nuestras vidas.