18 de diciembre del 2012, Bilbao, Ecuador.
Me
enteré esta mañana que el volcán Tungurahua, a solo unos 30 km de donde yo
resido estos días, está bastante activo echando piedras al aire y flujos
piroclásticos. Me interesaba acercarme al volcán debido a mi investigación
sobre protección a volcanes.
Por la
tarde decidí que debería ir a acercarme al volcán y dormir allí. 5 personas más
decidieron acompañarme.
Me parecía como muy difícil el
organizar el viaje tan de repente y a una zona peligrosa y por la noche y dirigiendo
a varias personas. Casi me parecía que no tenía fuerzas, o me daba como temor
intentarlo. No sabía bien cómo llegar allá. Deberíamos tomar varios buses. Y a
algunos sitios donde quería ir no habría medio de locomoción para llegar. Y
llegaríamos de noche en un lugar obscuro con el peligro del volcán. Y deberíamos
volver pronto por la mañana. Lo que quizá más me animaba era que se trataba de
la investigación de la Universidad para intentar ayudar a otras personas en
caso de actividad del volcán. Es decir, la posibilidad de que este viaje sirviera
para ayudar o salvar vidas me animaba.
Me agarré a esta idea para
organizar y movilizarme para el viaje al volcán.
Entonces, pedí oración a Silvi de
Ecuador y ella oró para que nos acercáramos al volcán sin que pasara nada, y
que estuviere el viaje bendecido.
En nuestro despacho de investigación
había en esas horas un estudiante que era la primera vez que le veía en el despacho.
Él esperaba a otra persona. Era extraño que él estuviera allí tanto tiempo. Él,
al saber de nuestro interés de ir al volcán, nos ofreció llevarnos y traernos
en su coche pues él vivía por esa zona. Y así fue, y nos llevó a todos los
sitios que quisimos. Es decir, el problema del transporte se solucionó
maravillosamente al momento.
Incluso estando activo el volcán
por la noche nos llevó con el coche hacia la zona alta del camino al cráter.
Era muy emocionante oír los
rugidos continuos y fuertes del volcán tan cerca de nosotros.
Dormimos
junto al volcán. Los sonidos eran espectaculares. Como enormes relámpagos junto
a nosotros. Sonaba el volcán de forma continua durante todas las horas que
estábamos allí. Se oía a veces como la roca de la montaña se rompiera por
explosiones y saliera volando. Los sonidos se hacían a la vez, terribles y
agradables, como si tuviéramos una protección maravillosa.
Resultó Maravilloso.
Una de las más hermosas experiencias de mi vida.
Conclusión: Aunque tengamos tentación de temor, y no nos
atrevemos a hacer algo, y sabemos que puede servir para el bien para otros, si oramos, recibimos ánimos, fuerzas y apoyo.