viernes, 9 de octubre de 2009

4) Eclipse total de sol

Casualidad 11 08 1999, Francia. Eclipse total de sol.

Fui al norte de Francia para ver un eclipse total de sol que habían anunciado los periódicos y noticias desde hacía meses.
Fui con mis 2 amigos franceses, que eran 2 hermanos (Emmanuel Krich y Stephan Krich). Fuimos en coche para colocarnos justo debajo de donde iba a ocurrir el eclipse. Faltaban unos minutos para el eclipse, pero estaba todo completamente nublado. Nos sentíamos como tristes por pensar que hicimos un viaje tan largo y que sería imposible ver el eclipse por tapar las nubes el sol.
Pero sentí como que Dios me decía que se iba a abrir un agujerito entre las nubes, por el que veríamos muy bien el eclipse y que yo se lo tenía que avisar a mis amigos que iba a ocurrir lo del agujerito y además sentía que la voz decía que les dijera que Dios me lo había dicho. No me atrevía a decir todo esto a mis amigos pues me parecía imposible que se abriera un agujero entre tantas nubes pues todo estaba muy nublado incluso en todo el horizonte. Y por otro lado no quería que me tomaran por loco diciendo que el Señor me lo decía. Pero sentí varias veces esa voz repitiéndome que lo dijera. De modo que les dije lo que eso a mis amigos.
Cuando comenzó a eclipsarse el sol, de pronto, en cuestión de un minutos se hizo una oscuridad que incluso los caballos y animales alrededor empezaron asustarse y producían sus sonidos correspondientes: relinchos, ladridos…. Y de pronto se vio como un abujerito azul del cielo entre las nubes y justo en medio se veía que la luna iba cerrando al sol de forma clarísima y se formó una aureola bellísima del sol alrededor de la luna. Yo daba saltos de alegría y casi gritaba por 2 razones, una porque era bellísimo y otro porque efectivamente ocurrió lo que de la voz sentía, y no se burlarían de mi por lo que dije.
Mis amigos dijeron sin dudarlo que fue un milagro cierto. Pero después yo fui el que entré en dudas a pesar del espectáculo maravilloso que vi. Pues dudaba de la voz que sentí, que tal vez fuera mi intuición de un conocimiento de que lo que habíamos visto de apertura del agujerito entre las nubes era un simple efecto físico de la luz solar suavizada por el eclipse que pudiera atravesar las nubes. Pero mis amigos insistían en que fue un milagro. Años después reconocen que fue un milagro. En cualquier caso la voz en sí sería como un regalo y como un milagro, pues momentos antes del eclipse estaba triste por creer imposible lo que ocurrió.
...
Añadiría a todo esto que, años atrás, hacia el año de 1987 aproximadamente, cuando había otro eclipse de sol en Madrid, sentí algo maravilloso, que nunca antes había sentido algo parecido a eso. Me explico: entré a la capilla del Seminario conciliar de Madrid, con mi amigo Rafa de la Universidad de arquitectura, pues estábamos visitando edificios arquitectónicos de interés. Entramos allí por interés artístico. Y entonces Rafa me dijo que nos arrodilláramos para orar, que su madre le había enseñado así. Me arrodillé cerca del altar, en el lado izquierdo, y se oía suavemente una bella música y entraba también suavemente la luz eclipsada a través de las vidrieras del altar: fue entonces cuando sentí aquello: Fue la sensación más espectacular de mi vida hasta ese momento.
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Conclusión: Al igual que Cristo calmó las aguas en una tormenta con su palabra, dijo también que cosas como él hizo podríamos hacer nosotros y aún mayores. Y si ocurre algo imposible es sólo porque Dios lo permite y no porque seamos capaces de hacer algo.

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