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Noviembre 2017, Logroño (Rioja).
Por
la mañana mi madre me pidió si le podía acercar a ella a alguna iglesia para ir ella a misa,
y le dije que no tenía tiempo pues tenía que llegar a una cita con técnicos en
el Departamento de Patrimonio artístico en Logroño (La Rioja).
La
cita era para ver si podría surgir un trabajo de reforma en un antiguo edificio
en Santo Domingo de la Calzada.
Al
terminar la cita, llamé por teléfono al dueño de ese antiguo edificio quien se
llama Juan, para explicarle cómo fue la
cita y a ver si él estaba por allí pues me dijo ayer que nos veríamos hoy en
Patrimonio. Por teléfono me dijo que no pudo llegar a la cita. Mientras estaba
en la llamada, mi madre me dijo que tenía que recordar al cliente que me tiene
que pagar, pero al momento se cortó la llamada. Y ya no le volví a llamar por
teléfono ese día.
Al
rato salimos de Logroño rumbo hacia Burgos con el coche, pues mi madre quería
visitar una monja. Esta monja, hace muchos años, cuando era niño, nos dio becas
(gratuitas) de estudios a mí y todos mis hermanos, en prestigioso colegio
(Virgen de Atocha, donde el Rey actual tenía como opción estudiar allí cuando él
era niño).
Como
una hora después de salir de Logroño, ya en la carretera, a unos 40km, me di
cuenta que pasábamos cerca del pueblo de Santo Domingo de la calzada. Entonces entramos
en este pueblo para aprovechar y ver cómo estaba el edificio antiguo y de paso
ver si había alguien en el Ayuntamiento para preguntar sobre el posible trabajo.
Aparqué
el coche, junto al Ayuntamiento. Vi que allí al lado estaba la catedral, caminé
hacia ella a preguntar si había misa para que fuera mi madre, me enteré que no,
y que había un funeral en ese momento. Había bastante gente fuera en la puerta entrando
a la catedral para ese funeral. Yo estaba a pocos metros de esa gente cuando un
coche oscuro que estaba a mi lado tocó el claxon.
Ese
coche oscuro estaba parado, esperando pasar cuando se
apartaran la gente que entraban a la catedral.
Me
extrañó que tocara el claxon. No sabía si tocaba el claxon para que la gente
entrara rápido a la iglesia o acaso tocó el claxon por mi para que me apartara,
o tal vez tocó el claxon sin querer.
Miré
al coche y me recordó al que tiene Juan. Una clase de coche que no es raro ver.
Pensé
al momento si acaso sería Juan el que estuviera dentro del coche. No se veía el
interior del coche por el reflejo del cristal.
Pensé
que sería demasiada coincidencia, que yo estuviera llamándole por teléfono solo
una hora antes y no le pude preguntar lo de mi pago, y ahora, a 40 kilómetros
le viera sin planearse y tener la oportunidad de preguntárselo.
Ya
me apartaba yo de allí sin mirar más dentro del coche. Pero entonces pensé que
tal vez Dios hubiera producido tal
coincidencia pues yo tenía previsto encontrarme hoy con Juan. Entonces volví a
acercarme al cristal del conductor y vi que el conductor tenía la cara algo tapada
con su mano izquierda y lo que pude ver de la cara parecía a alguien mucho mas
joven que Juan.
Entonces
pensé que no era Juan y de nuevo me quería apartar de allí. Pero otra vez consideré que
tal vez Dios hubiera permitido esta coincidencia y que este conductor se tapaba
la cara para que no le reconociera quizá para él evitar hablar de lo que me
debe.
De
modo que con cierta duda, dije con voz que me escuchara quien estaba dentro:
¿Juan?.
Al
momento apartó su mano y ¡era él!. Me miró y se sonrió como si fuera un niño
jugando al que se le ha descubierto su escondite.
Abrió
la ventanilla, nos saludamos, y yo sin mencionar el tema del dinero, fue él quien al momento me dijo que me iba a regalar botellas de vino, le hice expresión de
no estar tan interesado en el vino sino en el pago de la deuda (aunque esa mañana dije a mi madre de comprar
vino por allí pues es de los mas famosos de España).
En
el asiento de al lado vi que estaba sentado su abogado, también nos saludamos.
Nos
despedimos y cuando el coche se separaba de mi, Juan me hizo un gesto con la
mano significando que me iba a pagar sin yo habérselo preguntado.
Y
al rato pensé que había una mayor coincidencia de lo que parecía en todo esto,
en particular en relación al abogado de Juan. Pues hace 12 años, la primera vez
que estuve en este pueblo, estuve con Juan y su abogado. Y pocas veces he
estado con su abogado tal vez 5 veces en 20 años. Y fue por el tema del antiguo
edificio, para defenderlo de un tema con su vecino. Y a raíz de aquello, y otra
coincidencia obtuve el trabajo de Colaboración en la Obra de la famosa Catedral
de la Fe (en Mejorada del Campo).
Este
trabajo de la Catedral es de los que más satisfacción me ha dado aunque no lo
haya cobrado.
Al
final, ya de noche, llegamos a tiempo en Burgos a visitar a dicha monja quien
tiene 98 años y tiene la mente en perfecto estado y gran alegría. Allí mi madre
al fin pudo entrar a la iglesia este día.
……
Conclusión:
Tal
vez, el pensar que “la mano” de Dios está en las coincidencias puede ayudar a
descubrirlas de forma divertida y útil.
Y
es posible que si a alguien tenías previsto ver un día, le veas en un lugar muy
distinto con mucha significación.
Y
ver un funeral puede ayudarnos a valorar recordando que la vida es breve y que las
personas es más importante que el dinero, si bien, el trabajador es digno de su
salario, y Dios puede hacer que recibas algo mejor que el salario.
….
Petición:
Que podamos encontrarnos con las personas en el momento y lugar oportunos y sepamos qué es lo más importante. Y que sepamos lo que Dios quiere que sepamos.
…….
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