miércoles, 29 de noviembre de 2017

105) Intentar que me pague mi cliente

23 Noviembre 2017, Logroño (Rioja).           
Por la mañana mi madre me pidió si le podía acercar a ella a alguna iglesia para ir ella a misa, y le dije que no tenía tiempo pues tenía que llegar a una cita con técnicos en el Departamento de Patrimonio artístico en Logroño (La Rioja).
La cita era para ver si podría surgir un trabajo de reforma en un antiguo edificio en Santo Domingo de la Calzada.
Al terminar la cita, llamé por teléfono al dueño de ese antiguo edificio quien se llama  Juan, para explicarle cómo fue la cita y a ver si él estaba por allí pues me dijo ayer que nos veríamos hoy en Patrimonio. Por teléfono me dijo que no pudo llegar a la cita. Mientras estaba en la llamada, mi madre me dijo que tenía que recordar al cliente que me tiene que pagar, pero al momento se cortó la llamada. Y ya no le volví a llamar por teléfono ese día.  
Al rato salimos de Logroño rumbo hacia Burgos con el coche, pues mi madre quería visitar una monja. Esta monja, hace muchos años, cuando era niño, nos dio becas (gratuitas) de estudios a mí y todos mis hermanos, en prestigioso colegio (Virgen de Atocha, donde el Rey actual tenía como opción estudiar allí cuando él era niño).
Como una hora después de salir de Logroño, ya en la carretera, a unos 40km, me di cuenta que pasábamos cerca del pueblo de Santo Domingo de la calzada. Entonces entramos en este pueblo para aprovechar y ver cómo estaba el edificio antiguo y de paso ver si había alguien en el Ayuntamiento para preguntar sobre el posible trabajo.
Aparqué el coche, junto al Ayuntamiento. Vi que allí al lado estaba la catedral, caminé hacia ella a preguntar si había misa para que fuera mi madre, me enteré que no, y que había un funeral en ese momento. Había bastante gente fuera en la puerta entrando a la catedral para ese funeral. Yo estaba a pocos metros de esa gente cuando un coche oscuro que estaba a mi lado tocó el claxon.
Ese coche oscuro estaba parado, esperando pasar cuando se apartaran la gente que entraban a la catedral.
Me extrañó que tocara el claxon. No sabía si tocaba el claxon para que la gente entrara rápido a la iglesia o acaso tocó el claxon por mi para que me apartara, o tal vez tocó el claxon sin querer.  
Miré al coche y me recordó al que tiene Juan. Una clase de coche que no es raro ver.
Pensé al momento si acaso sería Juan el que estuviera dentro del coche. No se veía el interior del coche por el reflejo del cristal.
Pensé que sería demasiada coincidencia, que yo estuviera llamándole por teléfono solo una hora antes y no le pude preguntar lo de mi pago, y ahora, a 40 kilómetros le viera sin planearse y tener la oportunidad de preguntárselo.
Ya me apartaba yo de allí sin mirar más dentro del coche. Pero entonces pensé que tal vez Dios hubiera producido tal coincidencia pues yo tenía previsto encontrarme hoy con Juan. Entonces volví a acercarme al cristal del conductor y vi que el conductor tenía la cara algo tapada con su mano izquierda y lo que pude ver de la cara parecía a alguien mucho mas joven que Juan.
Entonces pensé que no era Juan y de nuevo me quería apartar de allí. Pero otra vez consideré que tal vez Dios hubiera permitido esta coincidencia y que este conductor se tapaba la cara para que no le reconociera quizá para él evitar hablar de lo que me debe.
De modo que con cierta duda, dije con voz que me escuchara quien estaba dentro: ¿Juan?.
Al momento apartó su mano y ¡era él!. Me miró y se sonrió como si fuera un niño jugando al que se le ha descubierto su escondite.
Abrió la ventanilla, nos saludamos, y yo sin mencionar el tema del dinero, fue él quien al momento me dijo que me iba a regalar botellas de vino, le hice expresión de no estar tan interesado en el vino sino en el pago de la deuda  (aunque esa mañana dije a mi madre de comprar vino por allí pues es de los mas famosos de España).
En el asiento de al lado vi que estaba sentado su abogado, también nos saludamos.
Nos despedimos y cuando el coche se separaba de mi, Juan me hizo un gesto con la mano significando que me iba a pagar sin yo habérselo preguntado.
Y al rato pensé que había una mayor coincidencia de lo que parecía en todo esto, en particular en relación al abogado de Juan. Pues hace 12 años, la primera vez que estuve en este pueblo, estuve con Juan y su abogado. Y pocas veces he estado con su abogado tal vez 5 veces en 20 años. Y fue por el tema del antiguo edificio, para defenderlo de un tema con su vecino. Y a raíz de aquello, y otra coincidencia obtuve el trabajo de Colaboración en la Obra de la famosa Catedral de la Fe (en Mejorada del Campo).
Este trabajo de la Catedral es de los que más satisfacción me ha dado aunque no lo haya cobrado.
Al final, ya de noche, llegamos a tiempo en Burgos a visitar a dicha monja quien tiene 98 años y tiene la mente en perfecto estado y gran alegría. Allí mi madre al fin pudo entrar a la iglesia este día.
……
Conclusión:
Tal vez, el pensar que “la mano” de Dios está en las coincidencias puede ayudar a descubrirlas de forma divertida y útil.
Y es posible que si a alguien tenías previsto ver un día, le veas en un lugar muy distinto con mucha significación.
Y ver un funeral puede ayudarnos a valorar recordando que la vida es breve y que las personas es más importante que el dinero, si bien, el trabajador es digno de su salario, y Dios puede hacer que recibas algo mejor que el salario.
….
Petición: Que podamos encontrarnos con las personas en el momento y lugar oportunos y sepamos qué es lo más importante. Y que sepamos lo que Dios quiere que sepamos.

…….

No hay comentarios:

Publicar un comentario