23 de junio del 2025. El Campello, Alicante.
Esta noche mágica Noche de San Juan, estaba yo a la orilla del Mediterráneo cuando algo especial ocurrió.
En una tierra que celebra esa noche con hogueras y fuego, recordando que es el momento en que la luz de la noche la más corta del año me encontré con algo que parecía responder al cielo… pero desde la tierra.
Entre pequeñas piedras redondeadas de la costa vi un pequeño ser. No era una luciérnaga —de esas sí he visto antes—. Era algo distinto. Un insecto o crustáceo marino que emitía luz verde en tres segmentos. No reflejaba la luz: la producía.
Era la primera vez en mi vida que veía un bicho que no fuera luciérnaga brillar por sí mismo. Como si la naturaleza me regalara una luz humilde, escondida, mientras arriba el sol celebraba su apogeo, y la ciudad encendía hogueras al cielo.
No se movía apenas a pesar de que la toqué suavemente con otra piedrecita.
Intenté hacerle una foto, pero el flash lo apagó todo. La imagen quedó borrosa.
Mi móvil no lo captó, pero mi alma sí.
Luego supe que tal vez se trataba de un isópodo marino bioluminiscente, uno de esos seres antiguos, misteriosos, que viven entre las rocas costeras, y que solo se dejan ver cuando uno camina con los ojos abiertos, pues había orado por la voluntad del Creador de la naturaleza.
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Conclusión: aunque el hallazgo no sea para tanto quizá en los momentos más oscuros de la vida podamos ver una pequeñita luz que nos haga ver y entender que hay una luz mayor que nos ama y nos espera.
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Oración: que podamos encontrar y disfrutar de la luz que alumbra felizmente nuestra alma