martes, 29 de octubre de 2013

77) Bellas coincidencias con príncipe Felipe VI. Caravaca de la Cruz y Madrid.


18 de septiembre del 2003. Caravaca de la Cruz.
           

1) Este día saludé por primera vez al príncipe. Fue cuando él salió de la iglesia de Veracruz en Caravaca de la Cruz, coincidiendo con el primer año jubilar allí.  Es en la provincia donde nació mi madre, en Murcia. 

Ocurrió así: Yo estaba como turista con mi amigo Mark de Estados Unidos, y queriamos visitar el interior de dicha iglesia y nos dijeron que en esos momentos no podíamos entrar pues estaba el príncipe Felipe. Pregunté que porqué otros entraban en ese momento a la iglesia y me respondieron que porque eran periodistas, y se sabía porque tenían en la solapa de la camisa una plaquita con su nombre.

Entonces,  yo para que mi amigo no se desanimara y para alegrarle, hice una broma, aprovechando que él me llamaba rey del retiro por vivir yo en el barrio del Retiro en Madrid, me puse sobre el bolsillo de mi camisa un cartón donde había escrito mi nombre y rey del Retiro. 

Momentos después Su Alteza salió de esa iglesia y se dirigió, entre multitud de gente, hacia donde yo estaba, como abriendo paso para saludarme en especial a mi y a mi amigo, a pesar de estar nosotros al final de esa multitud, como en cuarta fila. Él extendió su brazo y me dio una saludo fuerte con su mano a mi mano mirándome sonriente a los ojos con enorme y noble afecto. Me sentí muy respetado como nunca antes como si fuéramos iguales él y yo o incluso como si yo fuera superior a él.  Sentí genuino y puro amor. Creo que nunca antes alguien me había saludado con tanto respeto y afecto. 

A la vez me sentí avergonzado de haber hecho esa broma de rey del Retiro pues vi que él tiene autoridad sobre todos los barrios de Madrid y España y ha sido maravillosamennte educado desde niño para esta misión para Paz, libertad y unidad en amor. 

Después pensé que por qué él habría abierto paso entre tanta gente para dirigirse en especial a nosotros, y lo entendí pocas semanas después, el 1 de noviembre del 2003, cuando se hizo oficial el compromiso con su novia Leticia. Comprendí que cuando él me saludó ya era novio de Letizia y para mostrar a Leticia su respeto y lealtad no quiso saludar de forma especial a la multitud de chicas que había delante de mí, pues creo que prácticamente solo habían chicas en aquella multitud. Como ellas no podían saber que Felipe VI ya tenía novia,   considerarían al príncipe como un posible pretendiente y con lógico entusiasmo querrían saludarle a él.

 Toda una serie de coincidencias que me dio el honor de poder saludarle por primera vez de esa forma tan especial y que meses después parece conectarse con otra coincidencia  la siguiente vez que le vi, el día de su boda.


-22 de mayo del 2004, boda Real. Madrid 

2) Este día se casaban los príncipes de España, Felipe y Leticia.
Mi madre y yo estábamos en casa viéndolo en televisión en directo. Sonaron muy ruidosos truenos de lluvia cuando se casaban. Se oían atronadores estos truenos desde casa pues estábamos a pocos kilómetros de la boda.

Nos sorprendimos cuando vimos en televisión que, al terminar la boda, los recién casados, iban con gran escolta, a entregar un ramo de flores a la iglesia, Virgen de Atocha: y la sorpresa era porque es una iglesia del colegio donde mis hermanos y yo estudiamos de niños y jóvenes, y está cerca de donde estábamos.

3) Al ver que se dirigían los príncipes hacia mi antiguo colegio, le dije a mi madre que saliéramos a la calle y nos acercáramos a dicho colegio a saludar a los tan ilustres recién casados.
Mi madre y yo pensamos que sería imposible ver a los príncipes directamente pues habrían cientos de miles de personas en la calle, incluso bastantes esperando desde la noche, para ver pasar la escolta nupcial.
Pero algo, como una voz interior me decía de salir a la calle que íbamos a verlo bien.
Entonces animé a mi madre, le ayudé a ponerse los zapatos y salimos a la calle. A unos 200 metros del colegio había una barrera policíaca. Normalmente hacían un cacheo a todos los que pasan pero a nosotros nos dejaron pasar sin mas. A 100 metros del colegio habían otras 2 barreras de la policía. Una de estas, con multitud de personas, que conducía a donde se vería el paso de los príncipes; y la otra barrera, donde apenas había gente, donde decían que ahí no pasaba la comitiva Real.
Realmente había tanta gente en donde debían bajarse los príncipes del coche para entrar a la iglesia, que ni intenté acercarme allá con mi madre para que no la apretujaran. Entonces nos quedamos junto a la entrada lateral de la iglesia, donde casi no había  gente, apoyados en una valla. Quizá un poco decepcionado, pero…

4) Lo curioso es que debido a la gran lluvia que hubo, la alfombra preparada de acceso a la entrada  principal a la iglesia, resultaba peligrosa para los tacones de la princess, de modo que cambiaron el recorrido previsto de sus altezas. Entonces el coche con los recién casados se dirigió precisamente hacia la puerta lateral, donde: ¡estábamos casi solos mi madre y yo!.

5) Entonces se acercó mucha gente. Mi madre estaba la primera en la valla y yo justo detrás de ella con mi cabeza por encima de la de ella pues soy una cabeza más alto.
Estábamos como a sólo 3 metros de donde iba a pasar el coche. Digo solo a 3 metros, pues, hace décadas pusieron una bomba a los recién casados de otra boda Real, por lo que el día de hoy, por seguridad, el público estaba a unos 20 metros o más del coche de los príncipes. Es decir, nosotros, entre miles de personas en Madrid que fueron a saludar a los novios, creo que éramos prácticamente los más cercanos a ellos, y eso que llegamos casi en el último minuto.

6) Entonces algo ocurrió que me hirió momentáneamente los sentimientos. Pues cuando pasaba el coche de los príncipes a esos 3 metros de mi madre y yo, saludé con insistencia con mi mano a los recién casados. Moví mi cabeza y ojos para encontrarme con la mirada de ellos, mientras que ellos miraban fijamente y sonrientes a otra persona cerca de mi. Sentí un enorme rechazo. Insistí en gestos para que me miraban, pero sus ojos fijos en otro punto y se fueron. Quizá la importancia de los príncipes en ese momento en que millones de personas veian por televisión el recorrido de esa boda, incrementaba mi sensación de rechazo. Pero...

7)  Maravillosa sorpresa al momento lo que me dijo muy contenta mi madre: que los príncipes le estuvieron saludando y mirándola a ella a los ojos por bastante tiempo.

Entonces yo entendí ya feliz que cuando yo intentaba recibir el saludo de los príncipes, ellos no podían, pues estaban ocupados saludando con ternura a mi casi anciana madre, durante todo el rato que pasaban junto a nosotros. Saber esto me alegró tremendamente y desapareció por completo esa herida que sentí, incluso como si nunca hubiera habido dicha herida

8) Comprendí que si ellos aceptaban, saludando contentos, a mi madre, entonces no me rechazaban a mi, su hijo.  Recordé después  lo que dijo Cristo (Mat. 10.40) “el que me recibe, recibe al que me envió…”. .Entendí también algo más porque los católicos respetan tanto a la madre de Jesús. Es decir si alguien acepta algo mío, como es mi madre, entonces a mi me aceptan grandemente. Desde entonces esto me ayudó a entender y disfrutar más la Fé católica.

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Conclusión: El querer honrar a nuestras madres parece que tiene asociado una Fuerza Inmensa y preciosa para bendecir a otros.
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Petición: Que podemos honrar a quien más nos quiere y produzca esto felicidad a todos.
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2 comentarios:

  1. Si una persona humana tiene como deber honrar a sus padres.
    .
    Jesús, siendo Dios, ¿cuanto no honrará a sus padres? Eleva el acto de honrar a padre y madre a infinito...

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