12 de Enero del 2013, Villaviciosa de Odón, Madrid.
1) Un amigo, Rubén (el de la coincidencia en que me regaló un coche), me dijo que fuera yo a correr una carrera de 8km al día siguiente en Villaviciosa de Odón, en la Universidad Europea de Madrid . Yo no tenía ganas de correr pues estaba cansado, ya que la semana pasada acababa
de llegar de un viaje intenso por Ecuador. Además, llegar al lugar de la carrera era algo complicado, la noche anterior iba a dormir tarde y había que levantarse temprano. Pero orando entendí que debía ir. Llamé entonces a Valerio (amigo de Rumanía) para invitarle a ir a esa carrera, pues 2 años antes me invitó a otra carrera similar. Al momento de hablar con él, me
sorprendió que él me estaba llamando para lo mismo, para ir a esta misma carrera de la Universidad Europea.
2) Al final fuimos a correr 4
amigos esa carrera: Rubén, Valerio, Zalán (el que no creía antes sobre
las coincidencias y al final sí creyó) y yo.
3) Comenzó la carrera. La gran mayoría eran jóvenes deportistas,
salieron ràpido, y comenzaron a adelantarme. El terreno a veces tenìa barro, y
era cuesta arriba. En el km 2 el cansancio era tal en mi, que iba a abandonar
la carrera. Y al instante, vi en mi imaginación a mi derecha, junto al camino,
como una persona que mirándome me decía (en mi interior) “ánimo”. Esa persona
se correspondía a mi amigo de Ecuador, Iván Guerrero (el de la coincidencia de: dando clase a los alumnos). Y al momento se me fue el
cansancio. Esto de perder el cansancio es normal al segundo kilómetro, pues el
cuerpo se adapta, pero tal vez, no es tan normal lo que continuó pasando en la carrera.
4) Es de destacar que sólo 3 veces en mi vida he oído en mi
interior la voz de un amigo, indicándome algo. Curiosamente, esos 3 amigos eran
estudiantes de arquitectura. Y las 3 veces produjeron cambios radicales en mi
comportamiento. Describo a continuación la experiencia de oir dicha voz con los
otros 2 amigos: Javier y Rafael. Fue hace unos 30 años la experiencia en relación
a estos dos amigos
4.1) Uno de ellos, Javier, mi mejor amigo por entonces, le
dije que él debía ir, cierto día, rápido en coche para encontrarnos en Santiago de
Compostela, para un Congreso de tunas (pues Javier y yo éramos tunos, es decir
como músicos de la Universidad al estilo de trovadores antiguos). Insistí que
debía ir rápido en coche. Al día siguiente, yo estaba en Santiago de Compostela,
extrañado que no llegaba mi amigo Javier, y al momento me informaron que Javier
acababa de morir atropellado por un coche. Fue horrible oir eso, en especial porque yo me
sentí totalmente culpable de su muerte por haberle dicho que fuera rápido en
coche. La culpabilidad en mi era terrible como sin límites. Y al momento, para yo buscar soledad o intentar entender qué era todo esto, entré en la catedral que estaba junto a mi, y comencé a caminar
alrededor del altar. Yo sufría enormemente o indescriptiblemente por la culpa
en mi. Y a los pocos minutos oí en mi interior una voz, igual a la de Javier,
que me decía algo que quitó al instante mi culpa. Esa voz decía: “No es cierto lo que te han dicho, pues, me
suicidé”.
Al instante de oir esto en mi interior, no sólo se quitó mi
culpa y dejé de sufrir, si no que hasta me enfadé con lo que hizo. La voz fue
de tal modo y tan profundo que estuve convencido que era cierto lo del suicidio
(al día siguiente se confirmó por los familiares). Y al salir de la catedral,
yo estaba tranquilo, y le dije a los demás amigos, que estaban cerca, que fue un
suicidio. Me preguntaban cómo lo sabía, y no les dí explicación, sólo que
estaba convencido en ello.
Si no hubiera sido por esa voz, la culpabilidad yo no habría
sabido apaciguarla. Y lo peor, es que creo que yo nunca me hubiera enterado de que fue suicidio, pues no me hubiere atrevido a acercarme a los familiares, y por tanto no me hubiere enterado de la realidad. Hubiere vivido yo con la culpa de creer que hice morir a mi mejor
amigo, y mi vida hubiere sido creo que un desastre.
4.2) El otro amigo, Rafael,
también mi mejor amigo por entonces, la experiencia en relación a oir como su voz, fue sencilla. Yo había
suspendido una asignatura en la Universidad de arquitectura, fui a reclamar al profesor, este me mostró mi fallo,
entendí que merecía el suspenso y me despedí del profesor y me retiré, pero a
los pocos metros de caminar, oí en mi interior una voz como la de este amigo
Rafael que me decía “vuelve, al profesor y dile que está él equivocado y que
estás aprobado”. Al instante di la vuelta volví al profesor, le dije esto, y me
respondió, “es cierto, estás aprobado”. Creo que si no hubiere aprobado esa
asignatura en ese momento, se podría haber complicado mis estudios hasta tal
vez, superar mis ánimos, y abandonar la carrera o retrasar el acabar la
carrera de modo que no hubiere hecho el doctorado después. (Gracias al doctorado
fui a Ecuador como profesor de Universidad de arquitectura, donde conocí a Iván Guerrero, estudiante de esa Universidad).
5) Y volviendo a la historia de la carrera atlética y con Iván,
llevaba muchos años yo sin oir alguna voz (a parte de la espiritual y mi propia
voz). Al llegar al km 6, me comenzó a doler el flato mucho de manera que casi
no me dejaba respirar, y pensé que debía abandonar la carrera y buscar un médico.
En las demás ocasiones este dolor no me desaparecía hasta como una hora después.
Pero en esta ocasión, volví a oir en mi, como la voz de Iván que me decía: "sigue corriendo, no es de importancia ese dolor del flato", y
efectivamente a los pocos minutos se me fue el dolor. Como digo, es la primera
vez que se me quitó ese dolor en tan poco tiempo. Tengo que añadir que en esta
ocasión, al oir por segunda vez la voz como la de Iván, no me lo creía, y
entonces pregunté en Fe a Dios, “¿es cierto que debo seguir corriendo?” y oí en
mi interior en Fe como que Dios me respondía “Sí, sigue corriendo”. Incluso
pregunté a mi imaginación: “¿y si pregunto a la Virgen María?”, y oí como la
voz que correspondería a la que me hablaba en Fe como Dios que me respondía “si
yo (Dios) te he hablado, ya no tienes que preguntar por lo mismo a María”.
Minutos después, en el km 6, empecé a sentir dolor en el
corazón, entonces pensé “ahora sí, hasta aquí llegó la carrera, pues esto es
serio”, pero por tercera vez volví a oir la voz interior como la de Iván que me
decía: “Sigue corriendo, me han dicho (desde el Cielo) que no es nada de salud del corazón”, y al instante se pasó
también este dolor. Minutos después llegué hacia la línea de meta, pudiendo
hacer bromas en mi llegada, como que me desmayaba. E hice un tiempo
relativamente bueno. Menos de 42 minutos. Y de un total de unos 350 atletas
hubieron unos 75 por detrás de mi. Para mi y mis años, 51 años, y sin entrenar,
esto era muy bueno.
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Conclusión: El Creador del Universo también nos puede hablar
a través del Amor Suyo al Amor de nuestros amigos, y por esa vía a nuestra mente.
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Petición: Que podamos comunicar en Unidad con las personas en
el Planeta aunque estén distantes, en tiempo o espacio, de la mejor manera
posible y más allá de los 5 sentidos, para el bien.
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