viernes, 27 de noviembre de 2009

14) Fiesta en el Solsticio de verano


21 de Junio del 2008...
Un amigo mío, Krishna, me propuso de ir a ver un espectáculo con motivo del solsticio de verano. Ese espectáculo lo iba a hacer un grupo famoso de teatro, la Fura del Baus. Era gratuita la entrada, en un lugar público: el parque de Santander en Madrid.
Yo no estaba seguro si iría a este espectáculo. Pero me llamó Marcos, el asturiano, y me dijo que él mismo se encontraba desanimado. Cuando oí esto quise animarle. Pensé que sería bueno para él que fuéramos a ver dicho espectáculo. Las entradas aunque eran gratis, solo había que recogerlas por internet. Intenté recoger entradas pero me enteré que no quedaban. Pensé que al ser el parque un lugar grande podríamos entrar sin necesidad de entrada. En el peor de los casos, también pensé, sería fácil ver el espectáculo desde un lateral del parque.
Llegamos al parque 3 amigos: Marcos, Salvador y yo. Ninguno de los tres teníamos invitaciones para entrar. Entonces vimos que había cientos y cientos de personas en cola esperando para entrar. Los organizadores del evento eran muy estrictos. Incluso se requería presentar el carné de identidad. Pensamos que lo del carnet era para comprobar que estabas invitado. De modo que tuvimos que buscar algún sitio, al borde del parque, donde se pudiera ver algo del espectáculo. Encontramos un sitio en el exterior y lateral del parque. Estábamos como por encima de un montículo. Para mí, desde ese sitio, se veía muy bien el espectáculo. Pero Marcos dijo que no se veía nada y se desanimaba más.
Entonces sentí que debía yo hacer algo para animarle, que tendríamos que entrar dentro del recinto del espectáculo, como fuera. Pero ¿cómo iba a ser posible que nos dejaran entrar? Había guardas de seguridad encargados de que nadie entrara por otro lugar que no fuera la Puerta.
No parecía que sobraran invitaciones. Pensé que la única solución sería colarnos. Tendríamos que escondernos entre los guardias y plantas y correr hacia el interior del recinto sin ser vistos. Pensé, que en este caso en particular, no era malo hacer eso pues: era gratis; y los guardas nos habían dado, como a entender, que si no les veíamos, podíamos pasar. Incluso una señora mayor, que estaba junto a nosotros y nos oyó hablar del plan de colarnos, nos animó e indicó el camino más seguro. Era increíble que una persona mayor, de unos 70 años, nos animara a este plan. Esto me dio bastante seguridad de que debíamos, al menos intentarlo. Para animarme más, pensé que era por una buena causa y no molestaba a nadie el colarnos.
Fue divertido. Al momento de proponer el Plan “secreto” ya se animó Marcos.
Dijimos de intentarlo Marcos y yo. Salvador dijo que no se colaría pero que él, desde el montículo, vería nuestros movimientos y nos ayudaría con el teléfono móvil.
Parecía como si fuera un juego de escapar de una cárcel. Habían tres guardias mirando hacia nosotros: 2 de ellos caminaban y se cruzaban a unos centímetros de nosotros, y el tercer guardia estaba en la parte de abajo, pues estábamos sobre un montículo.
Nos imaginábamos cómo sería cuando San Pedro, con ayuda de un ángel del Señor, se escapó de la cárcel.
Calculamos el tiempo que transcurría desde que los vigilantes se cruzaban junto a nosotros y no nos verían. Eran unos 20 segundos que teníamos para salir corriendo y escondernos entre los árboles hasta que se cruzaran de nuevo. Allí entre los árboles deberíamos esperar un momento, observar el otro vigilante que estaba abajo. Entonces, cuando viéramos que este vigilante estuviera de espalda, deberíamos pasar detrás de él cuando pasara un grupo grande de público.
Así lo hicimos. Al instante de cruzarse junto a nosotros los 2 guardias, dije a Marcos, ¡ahora! Y él salió rápido y agachado y se escondió entre las plantas. Pero yo me asusté y no me atrevía. Y me quedé sin moverme. Pero pensé que no debía dejarle sólo en esa situación, de modo que también salí corriendo escondiéndome y agachado. El terreno era muy inclinado y había que bajar deslizando como si esquiáramos.
Bajamos del montículo y rápido nos escondimos entre unos camiones. Había muchos focos pero nos escondíamos entre las sombras, en un estrecho pasillo entre 2 camiones del espectáculo. Todo esto estaba detrás de uno de los varios escenarios. Por un momento perdí a Marcos, pero susurrando le pude encontrar escondido junto a una rueda del camión.
La emoción era enorme. Aún faltaba pasar el tercer vigilante.
No sabíamos que el momento cumbre y apoteósico del espectáculo iba a comenzar en unos segundos y precisamente: justo, junto al otro lado del camión donde estábamos. Por eso había tanta vigilancia para no pasar a ese lado. Todo el público miraba hacia el camión donde estábamos nosotros escondidos. Miles de focos (calculo unos 50.000 watios de luz) estaban preparados para encenderse hacia nosotros. No lo sabíamos. Marcos vio a unos que le parecían policías con porras y cascos junto a nosotros, con lo cual me asusté más. Parecía muy seria la cosa. Entonces teníamos que salir de allí inmediatamente, pues si nos veían escondidos podía ser peor.
Entonces, justo 2 segundos antes de encenderse todas las luces que estaban preparadas hacia el camión donde estamos nosotros, decidimos salir hacia el interior del recinto, hacia la dirección de los focos…sin saberlo. Y medio agachados nos íbamos levantando entrando en un callejoncito oscuro, y al instante toda la iluminación al máximo se enciende y nos enfoca justo hacia dicho callejoncito, donde justo estábamos nosotros. Nos parecía como que, de pronto, nos convertimos en el foco de atención de las miradas de miles de personas. Como si estuviéramos en una película de James Bound.
Unos 50 acróbatas, en ese momento, justo al otro lado del camión donde estábamos, comienzan a elevarse con una enorme grúa. Estaban agarrados a cuerdas, para después quedar colgados en altura. No podía creer la aparente coincidencia que Marcos y yo nos convertimos como en telón de fondo del espectáculo entre tanta luz. Al instante nos escondimos rápido en donde estábamos, y los focos enormes venían también desde encima de nosotros hacia nosotros como desde un helicóptero con sonidos estrepitosos. Sentíamos como tremendo pavor mezclado con aún más risa.

Marcos llamó entonces al teléfono móvil de Salvador. Este podía vernos desde arriba del montículo. Él nos aconsejó que ese justo momento era bueno para entrar bordeando por el otro lado el camión. Pues mucha gente, ante la emoción del espectáculo, se estaba agolpando junto al tercer guardia. Por unos segundos nos quedamos disfrutando del espectacular imagen de los acróbatas volando justo encima de nosotros y nosotros escondidos.
Casi yo olvidaba lo que dijo Salvador de que ese era momento bueno para salir de nuestro escondite. Pues estábamos embelesados al ver tan increíble espectáculo desde donde estábamos. Tuve como un volver a la realidad y dije a Marcos. ¡Salgamos de aquí ahora, como dice Salvador, por detrás del tercer guardia! El guardia estaba de espaldas pendiente de toda la muchedumbre que se acercaba para ver tal espectáculo. El guardia miraba hacia la derecha hacia de donde venía la gente. Marcos y yo pasamos a un metro detrás de él por su izquierda de modo que no nos vio. Y pudimos juntarnos a la muchedumbre.
La sensación de victoria después del estrés que habíamos pasado fue recompensada maravillosamente. Vimos desde el interior el espectáculo, creo que mejor que nadie. Y bailamos al son de la música con más alegría pienso que las miles de personas que allí estaban. Hablamos por el teléfono móvil a Salvador y le dijimos, ¡gracias. Misión Cumplida! Y dimos gracias muy contentos, a Dios, por habernos ayudado.

(Independiente de esto, pocos días después descubría que mi casita de Noblejas está orientada justo hacia el solsticio de verano).

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Conclusión: Pienso que, el Creador del Sol y las estrellas, puede arreglar nuestros errores, nos ayuda a salir de los problemas. A veces nos metemos en ellos aún con buena intención de querer ayudar a otros. Y Él puede solucionar lo complicado de forma divertida.

3 comentarios:

  1. soy el Marcos que aparece en esta historia, y es tal como lo contó....
    solo que yo aprendí que no hay que colarse en las fiestas en las que no estás invitado sino quieres morir joven!
    gracias Carlitos, por los momentos pasados!

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  2. Creo que al final he visto varios post y no uno como dije en otro comentario. Es tarde. Me voy a la cama. Dios te bendiga:
    .
    Javi

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